jueves, 9 de octubre de 2008

Buscando la Cartagena que Soñamos.


En estos últimos días he estado muy interesado en temas de bienestar social, leyendo e investigando sobre cifras estadísticas de desarrollo y bienestar regional, me he encontrado con datos importantes, y relevantes que cifran una realidad, a la cual pocos le echamos una mirada, y ello lo explico en el embrujo exótico y paradisíaco de este paraíso terrenal Cartagena, dice la canción de Nino Bravo, "Cuando Dios hizo el edén pensó en América", y creo que para Dios América es Cartagena, este es el edén donde todos y cualquier colombiano y habitante del mundo le gustaría vivir, en mis 3 años y algunos meses de estar radicado en esta joya del caribe, en esta ciudad galardonada con el intangible sello de patrimonio de la humanidad, puedo expresar sin temores que mi vida ha cambiado, a pesar que provengo de la hermosa y enigmática tierra Guajira, en Cartagena las pasiones el romanticismo y la historia, afloran: en sus calles, en sus balcones, en sus rincones, en todos lados Cartagena, es del mundo. Pero bueno volvamos a la reflexión, en las ciudades de este amado país, se encuentran revueltos todos los factores inmedibles de pobreza, hambre, y demás en fin todas esas que señalan cifras que nos averguenzan, pero pocas ciudades tienen tan marcados sus contrastes como Cartagena de Indias, de pronto por su tamaño, de pronto por su geografía, o de pronto por lo que tanto la quieren los propios y aprendemos a amar los foráneos.

Podría en lo que he vivido en ella en lo que la he recorrido, en lo que a diario leo y escucho, que no hay una sola "Cartagena de Indias", que para cada conciudadano de esta urbe, sé existe y vivé en cada una de ellas, especialmente distintas; La cosmopolita del sector amurallado y de la franja estrecha de tierra continental, que se mueve al ritmo del dólar, las luces, el comercio elitista y los idiomas extranjeros, la que le muestran a los turistas, a los viajantes de los cruceros y de los charter, creo que podría decir que es casi la misma que le muestran a los del interior, cachacos y paisas, para ponerle regionalismo; cuando nos visitan y la desarraigada, miserable y triste Cartagena de las laderas del Cerro de La Popa y de los tugurios que se han levantado al pie de la Ciénaga de la Virgen, cuyos niveles de pobreza extrema superan todos los porcentajes máximos de incidencia y efectos sociales, Pero también está esa otra Cartagena, la de los barrios Manga, Lemaitre, Crespo y El Bosque, entre otros, cuyos habitantes de clase media padecen con paciencia los excesos de la ciudad turística y las miserias de la ciudad hambrienta, poniendo las victimas de la ola delincuencial interna creciente e incontrolable.

Mientras hay una Cartagena que brilla y vive y se resarce en las bondades del turismo y que el mundo admira en las postales, hay otra que muestra los peores indicadores de pobreza del país, con la mayor población desplazada de la Costa Caribe, refugiados de la guerra del sur de Bolívar, la misma con índices de analfabetismo superiores a los de otras ciudades capitales, la Cartagena en la que niños y niñas se venden para poder comer, la que no se muestra en ninguno de los volantes de los paquetes turísticos y que recibe de este solo la escoria extranjera, incentivando la trata de personas, prostitución infantil y drogadicción.

Así como hay una Cartagena en la que es posible pagar hasta un millón de pesos por una noche en un hotel cinco estrellas, hay otra donde los niños se mueren de hambre o de difteria, pues carecen de los mínimos servicios básicos como atención médica, agua potable y luz eléctrica. Mientras hay una ciudad exhuberante de canutillos y lentejuelas, que en cada noviembre muestra su cara más amable, hay otra que se quedó anclada en el pasado y agoniza en medio de sus miserias. Mientras allá la prosperidad se mete por las ventanas, en los niños no tienen futuro, mientras allá se construyen torres de hormigón y mármol, en la otra están los techos de cartón.

Pero también hay una Cartagena pujante de gente emprendedora, orgullosa de su ciudad, de su corralito de su cultura y tradición, que en su impulso trata de contrarrestar el hoyo negro, de la Cartagena aislada, pero que vive en el corazón del centro de la ciudad cada noche. Una Cartagena que les da albergue a todos los que queremos hacer por ella, una Cartagena que forma, educa, y que propone su fuerza para construir la ciudad que queremos, para que juntos y con ganas todos jalonemos y logremos la meta de construir una sola Cartagena, la que soñamos.

Maria Mulata

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